sábado

Si tuviera tiempo, ¡cómo me hubiera gustado esbozar ante vosotros, a título de referencia y comparación, lo que puede denominarse la Tragedia del progreso! Cómo me hubiera gustado mostraros a los creadores, a los animadores de las sólidas sociedades burguesas del siglo XIX fundamentando sobre la razón los comienzos de su poderío, sosteniendo a este podería con la ayuda de una filosofía claramente racionalista -y después, hacia finales del siglo XIX, cuando se anuncian las dificultades sobre el reparto del mundo, cuando las masas se organizan y reclaman cada vez más imperiosamente un nivel de vida más elevado-, cambiando de camisa, echando a la razón por la borda y, en el momento mismo en que dedican sus vidas a las técnicas, a esas aplicaciones de la ciencia que antiguamente sus padres exaltaban bajo el mismo nombre de progreso -esas aplicaciones de la ciencia que ya no les servían, sino que les esclavizaban-, dejando de creer precisamente en la ciencia y en el progreso cuya derrota proclamaban... Contradicción patética pero que se resuelve, teniendo presente que debido a que esos hombres dejaron de creer en el valor humano de la ciencia pudieron ser esclavizados por sus técnicas. Cuando no existe un fin mayor que empuja a los hombres hacia los límites de su horizonte, los medios pasan a ser fines y convierten en esclavos a los hombres libres.

Lucien Febvre - Combates por la historia


En 1789, la monarquía francesa se había hecho tan irreal, es decir, tan despojada de toda necesidad, tan irracional, que hubo de ser barrrida por la Gran Revolución, de la que Hegel hablaba siempre con el mayor entusiasmo. Como vemos, aquí lo irreal era la monarquía y lo real la revolución. (En España, lo irreal eran las fuerzas realistas en la época en que las cortes de Cádiz representaban la nueva realidad efectiva, aunque no la realidad actual encarnada aún en la monarquía absoluta de Fernando VII. Y así, en el curso del desarrollo, todo lo que un día fue real se torna irreal, pierde su necesidad, su razón de ser, su carácter racional, y el puesto de lo real que agoniza es ocupado por una realidad nueva y viable; pacíficamente si lo viejo es lo bastante razonable para resignarse a morir sin lucha; por la fuerza, si se opone a esta necesidad. De este modo, la tesis de Hegel se torna, por la propia dialéctica hegeliana, en su reverso: todo lo que es real dentro de los dominios de la historia humana, se convierte con el tiempo en irracional; lo es ya, de consiguiente, por su destino, lleva en sí de antemano el germen de lo irracional; y todo lo que es racional en la cabeza del ser humano se halla destinado a ser un día real, por mucho que hoy choque con la aparente realidad existente. La tesis de que todo lo real es racional, se resuelve, siguiendo todas las reglas del método discursivo hegeliano, en esta otra: todo lo que existe merece perecer.

Friedrich Engels - Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana




En teoría, era una igualdad perfecta, y en la práctica no estaba muy lejos de serlo. En algunos aspectos, se experimentaba un pregusto de socialismo, por lo cual entiendo que la actitud mental prevaleciente fuera de índole socialista. Muchas de las motivaciones corrientes en la vida civilizada —ostentación, afán de lucro, temor a los patrones, etcétera— simplemente habían dejado de existir. La división de clases desapareció hasta un punto que resulta casi inconcebible en la atmósfera mercantil de Inglaterra; allí sólo estábamos los campesinos y nosotros, y nadie era amo de nadie. Desde luego, semejante estado de cosas no podía durar. Era sólo una fase temporal y local en un juego gigantesco que se desarrollaba en toda la superficie de la tierra. Sin embargo, duró lo bastante como para influir sobre todo aquel que lo experimentara. Por mucho que protestara en esa época, más tarde me resultó evidente que había participado en un acontecimiento único y valioso. Había vivido en una comunidad donde la esperanza era más normal que la apatía o el cinismo, donde la palabra «camarada» significaba camaradería y no, como en la mayoría de los países, farsante. Había aspirado el airede la igualdad. Sé muy bien que ahora está de moda negar que el socialismo tenga algo que ver con la igualdad. En todos los países del mundo, una enorme tribu de escritorzuelos de partido y astutos profesores se afanan por «demostrar» que el socialismo no significa nada mas que un capitalismo de Estado planificado, que no elimina el lucro como motivación. Por fortuna, también existe una visión del socialismo completamente diferente. Lo que lleva a los hombres hacia el socialismo, y los mueve a arriesgar su vida por él, la «mística» del socialismo, es la idea de la igualdad; para la gran mayoría, el socialismo significa una sociedad sin clases o carece de todo sentido. Precisamente esos pocos meses me resultaron valiosos, porque las milicias españolas, mientras duraron, constituyeron una especie de microcosmos de una sociedad sin clases. En esa comunidad donde nadie trataba de sacar partido de nadie, donde había escasez de todo pero ningún privilegio y ninguna necesidad de adulaciones, quizá se tenía una tosca visión de lo que serían las primeras etapas del socialismo. En lugar de desilusionarme, me atrajo profundamente y fortaleció mi deseo de ver establecido el socialismo. Ello se debió, en parte, a la buena suerte de haber estado entre españoles, quienes, con sudecencia innata y su tinte anarquista, están en condiciones de hacer tolerables las etapas iniciales del socialismo.

George Orwell - Homenaje a Cataluña

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